"HASTA QUE SE ENAMORÓ"
En
una ciudad al norte de Venezuela, una ciudad tranquila donde las personas bondadosas
son mayoría y donde también hay personas que quieren hacerles mal a esas buenas
personas, buscando la manera de tomar control, una chica hoy está enamorada y
una vida romántica complicada, donde ni ella misma se entiende. Al occidente de
Venezuela, una persona intentando conquistar su corazón lo está logrando pero
ella no le entrega del todo su amor ya que no le importaba en absoluto
enamorarse y aun así lo hizo, se enamoró de quien menos creía. Ella teme a
romper la barrera que la protege de alguien que quisiera hacerle daño. Sin
embargo, hace cinco años todo era muy diferente y ella se concientizó. Su
nombre es Sam.
Una
mañana, Sam sale de viaje con sus padres a un pequeño pueblo no muy poblado,
donde compartirían unas semanas de vacaciones por los días de semana santa.
Extrañamente al transcurrir unos días, conoce a un chico campesino muy
tranquilo y gentil, amante del campo y de la ordeña de vacas. El chico es amigo
de la familia lejana de Sam, hasta sus padres sabían de él, tal pueblo era muy
pequeño y casi todos se conocían. Sam junto a su primo más cercano del lugar, César,
decide echar un vistazo por el corral y estaba éste joven ordeñando vaca por
vaca.
— Así
que estás trabajando nuevamente sin parar –murmuró César.
— Es
lo menos que puedo hacer por mi padre. Además, me encanta estar con ellas,
comparto la mayoría de mi día aquí a su lado –replicó.
— ¿Cuál
es tu nombre? –dijo Sam inquietante tratando de entrar en conversación.
— Su
nombre es José –respondió César sin darle tiempo de hablar a José–. Es una
buena persona, amigo de la familia y sobre todo, un chico tranquilo –añadió.
— No
exageres César, solo porque me conoces bastante te lo acepto –sonrió, se acercó
hasta Sam y le estrechó la mano, ésta le respondió con reciprocidad a su
acción.
— Mi
nombre es Sam. Por curiosidad, ¿qué edad tienes? –murmuró nerviosa.
— ¿Qué
edad tienes tú? –respondió José con una pregunta esbozando una sonrisa.
— Quince
años, ¿ahora me dirás tu edad? –replicó con indiferencia.
— Súmele
siete años, señorita. Por cierto, no se enoje –respondió guiñando el ojo.
Ése
día ambos se dieron sus números telefónicos. Días posteriores, José comenzó a
entablar conversaciones con Sam, muy interesantes para sus beneficios. César se
estaba dando cuenta de algunas cosas extrañas y seguía la corriente al
sentimiento, sus demás primos también se daban cuenta de ello. Era un secreto
adolescente. Sam comenzó a sentirse atraída de alguna manera por el noble de
José, un chico tranquilo del campo pero mayor por siete años que ella, algo que
daría de mucho que hablar en el pueblo si se fuera sabido. Sam, una chica poco
romántica por primera vez se estaba sintiendo enamorada y José pidió que tuviesen
una relación amorosa en secreto, ella aceptó. Comenzaron a escabullirse por el
pueblo como amigos a la sociedad, para ellos, más que un simple amistad.
Asimismo, sus primos ayudaban para que eso fuese posible, resguardando el
secreto.
Esa
adolescente que no gustaba enamorarse ni saber nada de cosas románticamente
cursi estaba aceptando a ese chico que decía ser diferente a todos. Sin
embargo, el tiempo se acortaba y pronto debía regresar a la ciudad. Ella no
sabía cuándo se volverían a ver nuevamente, ahora solo pensaba en besar sus
labios y escucharle hablar, sentir sus abrazos.
Una
noche ocurrió un hecho extraño en el corral de vacas, estaban José y Sam
besándose, sus primos les dejaron a solas y aprovecharon el momento como
siempre lo hacían. Una vaca comenzó a rumiar con fuerza, repentinamente dejaron
de tocar sus labios y visualizando el alrededor en busca de esa vaca que rumia
con fuerza vieron una larga sombra negra a lo lejos del monte que pasaba la
cerca. Se asustaron solo un poco y una sensación de curiosidad por ir allá les
llenaba el alma, así que se acercaban a la vaca que rumia con fuerza y el
sonido se hacía cada vez más intenso, ya solo quedaba la luz que ponía la Luna
llena. Al llegar allí la vaca estaba bien físicamente, sin embargo José estaba
seguro que la vaca estaba asustada y esa larga sombra que presenciaron ellos
pudo haber sido la evidencia de ello. José le cuenta a Sam que no es la primera
vez que eso ocurre, suelen aparecer almas en pena del pasado para asustar, a ella
le temió un poco.
Un
amigo de Sam llamado Carlos residente del occidente del país, también había
pasado días allí de vacaciones. Una amistad muy unida y con quien mostraba
muchísimo afecto, se decían primos por tal cariño. Muchas veces José sentía un poco
de celos porque ella hacía con Carlos lo que quisiera que hiciese con él.
Pasados 3 días llegaba la hora de que Sam volviera a la ciudad. Se despedía de
todos y decide terminar la relación con José porque la distancia iba hacer un
problema, aun así él le dijo que estarían en contacto siempre. Ella solo
recordaría de esos momentos en sus noches de alta soledad. A pesar de que Sam
era esa persona que no muestra el amor ni a sus propios padres, en ese momento
era distinto. Hasta que se fue y las cosas cambiaron. El hecho sentimental fue
tan repentino que ni ella misma se dio cuenta de cuando comenzó, y, así de
rápido todo pasó, hasta cuando todo se desapareció nuevamente.
Cuando
regresó a la ciudad le contó todo lo vivido a su mejor amiga Mónica y ésta quedó
sorprendida con lo que le contaba. Mónica decía que Sam era como una máquina
destinada a hacer sentir mal a las personas emocionalmente ya que, cada vez que
alguien se acercaba e intentaba conquistarle, ella los desplomaba de las
mejores maneras que sabía, haciéndole saber a esos chicos que no le importaba
algo más, asimismo aplicaba una psicología para que estos se sintieran de
alguna manera, ofendidos y a su vez mal sentimentalmente. En ese momento ambas
reían y Sam solo pensaba en: “¿yo soy así de malvada?, creo que sí” –esbozaba
una sonrisa–.
Pasaron
6 meses y Sam viajó nuevamente al pueblo, volviendo a ver a José y siguiendo
con lo que la otra vez nació. Esta vez no se veían casi como sucedió
anteriormente, aun así nunca dejaban de hablar vía mensajes de texto.
Nuevamente
Sam regresa a la ciudad, sin embargo, tuvieron que pasar 4 años hasta que ella
pudiese visitar el pequeño pueblo nuevamente y ver a su chico.
Pasaron
3 y seis meses de aquella última vez que Sam viajó al pequeño pueblo. En la
universidad, Mónica salía con un antiguo compañero, se hicieron pareja y era
una relación donde lo cursi era muy obvio, lo que tanto detestaba Sam. Pronto
esa relación se acabó y el chico llamado Alexander posteriormente de alguna
manera se sentía atraído por Sam, algo raro. Mónica apoyaba a Alexander a que
tuviese algo con Sam y terminaron siendo novios, por así decirse. Sam le
gustaba, sentía que le atraía, sencillamente a su manera. Pasaron tres semanas,
Alexander comenzó a ponerse muy cursi, aquello que tanto detestaba Sam. Dos
meses posteriores ya se sentía agobiada por él, muy dramático, le sofocaba y él
quería estar siempre hablando con ella y salir a cada momento, ella necesitaba
su espacio, ese que él estaba tomando. Alexander decía que le amaba y ella
respondía que no lo amaba, pero él seguía insistiendo. Fue la relación más
extraña y aburrida de Sam, como las cortas que antes había tenido. Alexander
lloraba a veces y a ella le conmovía eso, aunque luego se dio cuenta que él solo
lo hacía para manipularla sea consciente o inconscientemente y caía otra vez en
la rutina que odiaba. Así era Sam, de él no se enamoró.
— Alexander
déjame tranquila, necesito mi espacio –murmuraba con irritación Sam.
— Extraño
tus besos y tus abrazos, cuando tomo tu mano mientras te escucho. Yo te amo con
todo mi corazón, quiero una vida contigo donde tú seas feliz –replicó
Alexander.
— Si
quieres que sea feliz déjame en paz. Hablamos luego. –expresó mientras cortaba
la llamada.
Debes
en cuando Sam hablaba con su pasado amor José, sin embargo, ya no sentía lo
mismo por él. Poco a poco se fue deteriorando ese sentimiento aunque en el
fondo algo le revolvía los sentimientos. Por otra parte, a cada momento recibía
un mensaje de Alexander y eso le fastidiaba.
— Yo
te amo muchísimo mi princesa –escribió en un mensaje a Sam.
— Está
bien, gracias –respondió a su mensaje rápidamente.
Un
día Sam se armó de valor y acabó con esa obsesión que sentía Alexander. Cuando eso
terminó fue un gran alivio para ella, prácticamente eran novios por serlo así
que, era momento de acabar con esa falsa. Y así era Sam hasta que se enamoró
realmente aquella vez, sabiendo que cuando el amor se deterioró lo suficiente
siguió siendo la misma Sam que no aceptaría que le hicieran daño, rechazando
todo tipo de amor románticamente cursi posible, simplemente una chica
complicada para el amor.
Los
próximos meses los tomó para divertirse hasta que se le presentó un viaje para
el pequeño pueblo donde vivía José. Cuando llega nuevamente allí, se encuentra
con Carlos, su primo postizo, decía ella a las personas, que también había
viajado esa vez para tal pueblo. Más tardar dos días se había enterado de que
José tenía novia. No le gustó mucho ese hecho, no obstante, él vía mensajes de
texto le decía que sería capaz de acabar con ese amor porque a quien quería
verdaderamente era a ella. Solo llegó a ver a José una sola vez en esos días
que estuvo por allí y ese día fue cuando se regresaba para la ciudad.
Sam
sintió que todos sus sentimientos comenzaron a brincar en su estómago y a
volver pensativa su mente. Ella de sí misma decía que nunca podría tener algo
serio con él por el simple hecho que José era mayor que ella por siete años y
sus padres no lo aceptarían, además, que sería un chisme en el pueblo ya que
todo lo que ocurriera allí corría rápidamente por la boca de los habitantes.
Extrañamente
tanto afecto con su primo “postizo” Carlos hizo experimentar nuevas
sensaciones. Todas las familias de ellos que estaban en el pueblo aquella vez
murmuraban que ellos eran novios o iban a terminar juntos, ella solo reía
sabiendo que la edad de él es 1 año menos que la de ella.
Una
noche había una fiesta, ellos fueron juntos y habían muchos conocidos, entre
ellos: sus primos, tías, padres y hermanos. Era una fiesta común hasta que
ellos mostraron inconscientemente un afecto más allá de la amistad, fue
recíproco, como cuando dos cargas opuestas están muy cercas.
Él
veía como un chico le invitaba a bailar y ella decía que ese chico era necio,
lo esquivaba. Carlos solo quería ir allá y tirarlo, los celos eran muy obvios. Horas
más tarde estaban Carlos, María, Samir y Sam sentados en el porche. Sam se
quita las sandalias porque estaba cansada, había mucha tierra así que decide
quedarse descalza por un momento. Luego, le dio las sandalias a su hermano
Samir para que las guardará en el carro y buscara unas que allí estaban que
eran más cómodas, Samir para no ir solo le dijo a su prima María que le
acompañase, dejando solos a Carlos y Sam, un momento oportunista para actuar
inconscientemente o conscientemente de los actos.
El
silencio entre ambos se hizo eterno, solo se escuchaba la música de la fiesta a
lo lejos, ambos comenzaron a verse y las miradas solas hablaron. Fue rápido, un
beso salió. Ambos acercaron sus labios y se besaron, gustó y siguieron
haciéndolo, hasta que se acercaba Samir y María, rápidamente se separaron. Se
repitió varias veces dentro, en la fiesta de esa noche y nadie sospecho ni lo
más mínimo. Sam siguió con el afecto de siempre hacia Carlos pero ésta vez,
sabiendo que él le había besado y que quizás le había gustado ese beso.
El
día de irse, Sam va a casa de José para despedirse y para ver si podían hablar
un rato pero él no mostró interés y eso le entristeció un poco. Luego, se
despidió de Carlos de la manera más amorosa posible como siempre le trataba a
su primo postizo. Cuando le abrazó y se dio la vuelta para montarse en el carro
se le salió una lágrima y le desconcertaba ese hecho. No sabía si era porque ya
no era lo mismo con José –aunque en el fondo aún sentía algo– o porque no sabía
cuándo volvería a ver a Carlos nuevamente sabiendo que esos besos marcaron
paulatinamente sus sentimientos. Sam y Carlos en carros diferentes ambos
partían a sus destinos, pocos minutos después Carlos comenzó a escribirle vía
mensaje de texto, él ahora se interesaba por la morena de Sam.
Siguieron
hablando con el transcurrir de las semanas, ambos compartían gustos y ella
sentía que estaba enamorada nuevamente.
Y
la antigua Sam que rechazaba el amor de un chico estaba desapareciendo
nuevamente mientras sentía que se enamoraba y a pesar que a Carlos muchas veces
se le salía por algún motivo la cursilería, a ella le gustaba, lo cual era
extraño.
Sam,
esa chica que le sofocaba lo cursi le deja a un lado mientras está Carlos,
simplemente acepta eso de él, de nadie más. Él le hace feliz y a ella le gusta
eso, ambos hoy luchan por un gran obstáculo y lo es la distancia, ella al
suroeste de Venezuela y su chico al occidente del país, donde les distancia
muchos kilómetros, sin embargo, están tratando de que el sentimiento sea más
grande que nada. Si se llegase a acabar todo esto, la vieja Sam temerosa al
amor y complicada para entablar una relación volvería. Así era Sam, hasta que
se enamoró.
Hasta que se enamoró.
Reviewed by Enrique
on
17:21:00
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